UN POCO DE HISTORIA DEL TURF ARGENTINO...LA GENERACIÓN DEL CENTENARIO(primera parte)
- María Florencia Giraudo
- 7 nov 2016
- 5 Min. de lectura
La yegua Condesa pasó a la historia del turf argentino como la primer crack nativa: era hija de Earl Clifden y Perdita y fue el primer animal nacido en el paísque ganó el Gran Premio Nacional. En 1888, cuando tenía 4 años de edad, libró un duelo memorable con el importado Gay Hermit, mientras disputaban la Copa de Oro. Los diarios de esa tarde cuentan con lujo de detalles -y hasta de emoción- los tramos más apasionantes de la célebre carrera. La Nación, en su documentada página turfística, dice que la ligera Condesa luchó tenazmente en la punta para resistir la embestida del inglés Gay Hermit; ambos, con los hocicos en una misma línea, corrieron muchos metros sin sacarse la más mínima ventaja hasta que, finalmente, Condesa acabó por derrotar a su adversario, dejándolo un poco atrás; pero el esfuerzo había sido muy grande; cuando el disco ya estaba a la vista, Condesa - sin aliento- no pudo contener la furiosa embestida de Corneilles, caballo que -a la postre- se adjudicó la competencia. Fue tan intenso el ritmo a que fuera sometida la valerosa Condesa, que al pasar por la balanza (después de la carrera) había perdido 20 kilos de peso: una enormidad si se tiene en cuenta que normalmente un caballo rebaja de 12 a 14 kilogramos en los torneos más largos. Mucho después de ese duelo, Condesa fue retirada de las pistas y llevada al haras para servir como reproductora, dando origen a una descendencia óptima: su hija Princesa fue la abuela de Per Noi que a su vez resultó madre del gran caballo Congreve.
En 1889, un medio hermano de Condesa, bautizado con el nombre de Bolívar, debutó ganando una importante carrera contra el potrillo importado Camors quien protagonizó, junto con el francés Athos II, memorables cotejos en el hipódromo de Palermo. Esas tenidas entre los hijos de los dos imperios, monopolizaron las admiraciones de la rey burrera de aquella época entre los años 1890 y 1899. Por lo general, Camors superó a Athos II en casi todos los eventos, pero el caballo francés ganó dos veces el Internacional. La rivalidad existente entre estos caballos fue tan enconada, que sus propietarios los hacían correr juntos en cuanta oportunidad se les presentaba; llegaron - incluso- a trasladarlos a Montevideo, donde en tres ocasiones lucharon por adjudicarse el Premio Internacionl José P. Ramírez. La primera vez que se presentaron en el hipódromo uruguayo, en 1891, ambos fueron vencidos por el oriental Guerrillero. En 1892 y 1893 Camors arrasó con sus rivales en tanto que Athos II resultaba tercero y segundo respectivamente. En el trabajo de reproducción , Athos II fue un fracaso, pero Camors produjo muchos buenos ganadores, entre ellos Calepino, padre del crack Digital y de Molinete además de la Pinguina.
En 1891 debutó en las pistas de Palermo, Amianto, un alazán de excepción cuya propiedad Pellegrini compartía con Ignacio Correas y Julián Martinez. Era cuidado por Francisco Orezzoli, fue invicto ganando las seis carreras que disputó en su corta trayectoria, poniendo su nombre en los premios Jockey Club y Nacional. Llevado a la reproducción tempranamente, engendró a otro caballo famoso: el legendario Melgarejo.
En 1893 brillaron dos productos: Etoile, una yegua mestiza propiedad de don Enrique Acebal, y el potrillo Buenos Aires, un zaino que pertenecía a don José Zubiaurre. La potranca lleó invicta al Gran Premio Nacional después de haber terminado en punta 16 carreras, en las cuales derrotó a todos los caballos de su generación. Buenos Aires , aunque acreditaba una buena foja de servicios, distaba mucho de atesorar los méritos de Etoile. Ese año, cuenta la crónica, ambos ejemplares se enfrentaron en el Nacional, donde todo indicaba que iba a ser ganado por la potranca, pero las cosas ocurrieron en contra de la lógica y triunfó Buenos Aires merced a una artimaña imaginada por el entrenador del potrillo. Fue la primera demostración de picardía criolla que se registra en el turf arentino, algo que - con el andar del tiempo- habría de transformarse en una rutina casi cotidiana.
Las cosas se desarrollaron de la siguiente manera: es sabido que del plan que adopta un jockey para correr un match, depende en mucho del triunfo o la derrota; pues bien , Leandro Alvarez - jinete y cuidador de Buenos Aires- era un as en eso de trazar planes y orquestar zancadillas. Sabía que su potrillo no podía resistir el tren de marcha de Etoile y por eso lucubró una feliz añagaza. Ese día del Nacional, Alvarez anotó a dos pupilos suyos: Buenos Aires y Malakoff, reservándose para sí la monta de este último, dando a entender - de esta manera- que su preferido era Malakoff y no Buenos Aires, a quien dejó en las manos del aprendiz Pedro Aguirre. A todo esto, el cuidador de Etoile, Pío Torterolo, suponiendo que Malakoff iba a ser su gran rival, dio instrucciones al jockey de Etoile para que siguiera de cerca a Leandro Alvarez y venciera a Malakoff en los últimos tramos , derrotándolo en la embestida final.
Este plan de Torterolo, en verdad, no era del todo malo, pues se basaba en un hecho cierto: Alvarez, un jinete habilísimo, solía llevar a sus montas entreveradas en el pelotón y apuraba solamente en los metros finales. Como Etoile era más caballo queMalakoff, Torterolo no dudaba del triunfo.
Pero ya Alvarez estaba trabajando en su contra: poco antes de la carrera instruyó a Pedro Aguirre -jinete de Buenos Aires- para que tomara la punta de entrada y tratara de ganar todo el terreno posible cortándose solo en la curva final; él, con Malakoff -que no era un mal caballo, después de todo-, correría de atrás, como siempre, mixturandose entre el breve lote de participantes. Cuando el jockey de Etoile -que se había puesto a la zaga de Malakoff, de acuerdo con las instrucciones de Torterolo -advirtió que el verdadero rival era Buenos Aires, ya era tarde. No obstante la ventaja que le llevaba, se lanzó a una delirante persecución, haciendo que la veloz Etoile avanzara enérgicamente. Faltando muy pocos metros para el disco, entre los alaridos de la grey burrera, Etoile logró empardar la línea deBuenos Aires; pero a una escasa decena de metros de la línea de llegada, el jockey Aguirre descerrajó un fustazo sobre Buenos Aires y el caballo se adjudicó la victoria apenas por un hocico.
Poco tiempo después, Buenos Aires ganó el Internacional y dejó de correr para gozar de un merecido descanso como semental del haras Ojo de Agua. Mientras tanto Etoile desmejoraba poco a poco y sus actuaciones distaron mucho dellegar al nivel de sus performances anteriore a ese fatídico Nacional.
En el haras Ojo de Agua , Buenos Aires engrendró a Urunday y al crack Ajó, ganador -mucho más tarde- del Gran Premio Nacional de 1909.
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